Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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Legislatura: 1891-1892 (Cortes de 1891 a 1892)
Sesión: 12 de mayo de 1892
Cámara: Congreso de los Diputados
Discurso / Réplica: Réplica
Número y páginas del Diario de Sesiones: 197, 5727
Tema: Infracciones de ley cometidas en el decreto regularizando la administración provincial

El Sr. SAGASTA: Casi me alegro de haber pedido la palabra antes del Sr. Rancés, porque de ese modo puedo venir a calmar esta tempestad, que verdaderamente es una tempestad pasajera, porque ni el señor Rancés ha tenido intención de ofender al señor Vallés y Ribot, y lo demuestra el mismo tono de sus palabras, recordando algo de lo que se ha dicho en algún periódico, ni el Sr. Vallés y Ribot ha hecho otra cosa que defenderse de lo que S. S. considera más o menos ofensivo, sobre todo por el recuerdo de haberse dicho fuera de aquí. No hay, pues, motivo alguno para este incidente, y vamos al asunto que se discute.

El Sr. Ministro de la Gobernación, si yo no he entendido mal, no da carácter preceptivo al decreto que se está discutiendo esta tarde; y si así es, francamente, toda la discusión sobraba, y aun puede sobrar la proposición presentada, porque claro es que el Gobierno tiene derecho a aconsejar como le parezca conveniente a las Corporaciones, a todos los elementos de gobierno que están bajo su dirección, y sobre esto nada hay que decir, aun cuando la forma del consejo no sea la mejor.

Sí, en efecto, el decreto no tiene carácter preceptivo y solo significa consejo que pueden seguir o no las Diputaciones, aunque espero que la mayor parte de ellas lo seguirá, porque el consejo es bueno en su dirección, aunque no por la exageración con que está dado; si no es más que eso, no hay motivo para que se alarme nadie, empezando por las Diputaciones provinciales, y menos el Congreso, que al fin está para hacer leyes y para impedir que los Gobiernos las atropellen, que es precisamente lo que se ha discutido esta tarde, la violación que el Sr. Ministro de la Gobernación ha cometido de la ley provincial con el mejor deseo, inspirado en los mejores propósitos, con los más laudables fines; pero el hecho es que la ley ha quedado violada. En esto es en lo que hemos invertido el tiempo; y si ahora resulta que las Diputaciones provinciales pueden seguir el consejo, y lo seguirán unas, y otras no lo seguirán y continuarán con las atribuciones que les confiere la ley por que se rigen, esta ha sido una tarde perdida, y la proposición presentada completamente innecesaria. Si esto es así, nada tenemos que decir, como no sea recomendar al Sr. Ministro de la Gobernación que cuando quiera dar consejos a los demás no se valga de la forma que ahora ha empleado.

Si el decreto significa otra cosa, si es preceptivo, yo, aplaudiendo su dirección, sus propósitos, no el decreto, porque el decreto es de todo punto impracticable; pero en fin, yo, aplaudiendo la buena dirección y los laudables propósitos en que S. S. se ha inspirado, no puedo menos de decirle que el caso es muy grave; porque ni para hacer el bien pueden los Gobiernos salirse de la ley, y mucho menos violar las leyes existentes. Y yo llamo la atención del Gobierno de S. M. en primer término, y llamo después la atención del Congreso, a fin de que comprendan que si se establece ese sistema es inútil la representación nacional y son inútiles las Cortes.

Un Ministro publica un decreto; éste es contrario a una ley. ¿Qué sucede? Que esto pasará muchas veces inadvertido y quedará violada la ley; pero que si no pasa desapercibido y se combate ese decreto, como sucede con el que ahora discutimos, para venir después a una proposición incidental, pero la mayoría votará en contra de ella, y con esto, indirectamente, viene a sancionarse por las Cortes la violación de una ley.

Así no se puede vivir. Esto se hace hoy con la ley provincial. Mañana se hará con otra ley. Por consiguiente, Sres. Diputados, si el decreto tiene sentido preceptivo, la minoría liberal votará la proposición presentada por los Diputados republicanos; pero además hace una protesta solemne, diciendo que por este camino no se puede continuar. (Muy bien en las minorías.)

Yo deseo, Sres. Diputados, que observéis bien, cuáles son mis propósitos. En este momento no me levanto en son de hostilidad; me levanto en defensa de la ley; y en defensa de la ley digo, que por este procedimiento, expidiendo decretos contrarios a las leyes, viniendo después a combatirlos presentando contra ellos proposiciones incidentales que la mayoría ha de rechazar, se viene a sancionar aquí el mayor mal de los males, porque se viene a demostrar que son inútiles las leyes, que son inútiles las Cortes y que es inútil el sistema de gobierno por el cual se rige la Nación española. (Aprobación en las minorías.)



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